sábado, 13 de abril de 2013

Intento ser valiente

Intento ser fuerte con lo que tengo encima. La verdad, no soy un Adonis de la vida y arrastro en mi vida el que tengo una gran preocupación, casi miedo, por la soledad. No quiero sentirme solo, quiero sentir una caricia, un abrazo, un beso, un gesto de amor. Llámame ñoño, pero así me siento. Soy muy sentimental y sensible. También muy tierno.

Y es por eso cuando en medio de la fantasía que se crea en mi cabeza, sonriendo al espejo mientras ensayo miradas de ternura que algún día daré a alguien, me doy cuenta de lo que soy, de como estoy y veo que de esta forma no llegaré a nada. Admítelo, no soy un príncipe de los que la gente habla, tan sólo ese amigo que todo el mundo tiene para cuando la verdadera persona a la que aman les hace daño. Soy así, todo el mundo me quiere pero para llorarme en el hombro, nunca para besarme.

No los juzgo, seguramente a mí me pasaría lo mismo, pero es que esto ya es un Vesubio inaguantable. De verdad, parece que en este mundo el que más ansía y más desea, ese que más sueña, es al que la vida castiga más y más. No hay derecho para el soñador de estrellas en esta vida, tampoco en la otra. Sólo nos queda ser hombro de lágrimas, psicólogos de los que nos quieren, pero ya está, nada más, nos quieren y ya. Somos la música que se ponen cuando están tristes en la cama, que cuando quieren nos sacan y cuando no, nos guardan. Nos quieren, sí, y los queremos. Ellos no tienen la culpa, nosotros tampoco por ser soñadores, pero es algo muy duro y fuerte. En casa del herrero... Es una muerte lenta, de verdad. Pero al menos intento ser fuerte, intentamos ser soñadores, imaginando en nuestra cabeza mundos de paraísos y princesas, de abrazos y besos tiernos, de ojos enamorados. Y mientras nuestra mente se vuelve poderosa y convierte el sueño en realidad, intento ser valiente.

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