Pero otra cosa distinta es analizarlo. "Nacimos para morir" eso es un hecho, un hecho indescriptible, pésimo y a la vez atractivo. Todo en esta vida, absolutamente todo tiene fecha de caducidad. Aprendí de una serie, que si la vida tiene algún valor, ese se lo da la muerte. Si nada en este mundo no tuviera fecha de caducidad no se aprovecharía. ¿Dónde quedarían las típicas notas de "Antes de morir quiero ir a Venecia"? Si no hubiese muerte nadie iría a Venecia, ni nadie le construiría a su hijo la típica casa de madera en el jardín; siempre diría: "mañana lo hago" y nunca lo haría, el mañana se transforma en la sucesión infinita del nunca; en una hilera de pensamientos muy precipitados pero sin carga de decisión.
La muerte nos hace valer lo que valemos, en parte, y hace valer nuestra vida también. Sin muerte la vida sería una eterna sucesión de cosas y quizá nunca se sucedieran porque no habría tope límite para proponerse nada; no existiría la promesa y todavía con menos razón se pondría en práctica aquella operación bikini que desde hace cinco años llevamos anunciando el día Nochevieja.
El nacer no sería el nacer sin el morir y las grandes cosas de la vida tampoco serían grandes; no habría grados entre lo que es bueno o lo que gusta y lo perfecto (que quizá no exista en la Tierra). Así que escoge tus últimas palabras, esta es la última oportunidad porque NACIMOS PARA MORIR.
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